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Foto Fija o el arte de mantenerse silencioso e invisible en un rodaje

Foto fija o el arte de mantenerse silencioso e invisible en un rodaje
La locura invade el set de rodaje desde antes de comenzar a grabar. Técnicos, actores y directores, rodeados de cables, luces, cámaras y toda clase de objetos de ambientación, empiezan a moverse en distintas direcciones. Como hormigas saben muy bien sus funciones y esperan el mágico momento en que alguien grita: cámara, sonido, acción. Ahí comienza la tragedia del foto fija. Desplazado, empujado e ignorado se le margina a cualquier esquina. Él intenta ver, hacer, crear. El sonido de la cámara estorba, su cuerpo interfiere y molesta, en medio de ese caos el foto fija logra retener la imagen. Al final de la jornada todos celebran alegremente el cierre de un difícil día. Se acercan al fotógrafo y admiran las fotos que este logro hacer.
Pueden ver la inmensa responsabilidad que tiene el fotógrafo de contar, con sus imágenes, no solo lo que sucedió ahí detrás de las cámaras, sino de producir las fotos que servirán de promoción de la película en prensa, afiches, folletos, reseñas, catálogos, libros etc.
Es el tiempo de los aplausos al fotógrafo, quien se hizo mago, para desde ese rincón solitario lograr, con su ingenio, las fotos que hacen falta para la historia de la película. Logra ser visto de nuevo, por breves instantes, con el resultado de su trabajo, antes de tener que volver a desaparecer para todos.
Al día siguiente todo se olvida y recomienza así, día tras día tras día, el ingrato y triste papel del foto fija quien ve su nombre en los créditos de la película, al final, en letra mínima, cuando todo el mundo ya está de pie botando las cotufas con la luz de la sala encendida.

Alexis Perez-Luna